
Después de una necesaria escapada (El Algarve era una opción posible para ahorrar en el bajo consumo mental, no vaya a ser...), DonTrasto, vuelve a este rincón con una de sus debilidades literarias. Desde que descubrió al genial escritor, Sándor Marai, y haya leído prácticamente todo lo que se ha editado en este país de crisis (y otros síntomas de difícil digestión), vuelve a plegarse ante la narrativa cristalina, y transparente, que son santo y seña de todas las novelas de este gran escritor.
Una vez más, DonTrasto, sucumbe ante la magistral manera y modo literario que despliega Sándor Márai a lo largo de su novela: "Los Rebeldes".
Tibor, Ábel, Erno y Béla, cuatro amigos que se encuentran en un maravilloso momento de sus vidas: la recta final de una adolescencia que abre paso a nuevas expectativas personales y sociales. Rebeldes, inteligentes, inquietos, con sed para remar a contracorriente (como no Señor!!).
Reuniones secretas, confesiones privadas: una infancia común, opresiva, violenta. Unos padres con pocas ganas de entender la eduación si no hay por medio una doctrina con mano de hierro.
El aburrimiento roza la angustia de los cuatro amigos. El mundo material, el dinero, las mujeres, por los que todo su entorno luchaba, les parecía poco; o nada interesantes (y menos aún, cuando estaban al alcance de sus manos). Como si el mundo prohibido, al dejar de serlo, perdiese su valor.
Los cuatro tenían la misma sensación: vivir bajo la misma presión violenta que sus compañeros. Habían adoptado formas de rebeldía para combatir el orden opresivo. Tenían una imperiosa necesidad de oponerse a "todo y a todos".
Una vez más, DonTrasto, sucumbe ante la magistral manera y modo literario que despliega Sándor Márai a lo largo de su novela: "Los Rebeldes".
Tibor, Ábel, Erno y Béla, cuatro amigos que se encuentran en un maravilloso momento de sus vidas: la recta final de una adolescencia que abre paso a nuevas expectativas personales y sociales. Rebeldes, inteligentes, inquietos, con sed para remar a contracorriente (como no Señor!!).
Reuniones secretas, confesiones privadas: una infancia común, opresiva, violenta. Unos padres con pocas ganas de entender la eduación si no hay por medio una doctrina con mano de hierro.
El aburrimiento roza la angustia de los cuatro amigos. El mundo material, el dinero, las mujeres, por los que todo su entorno luchaba, les parecía poco; o nada interesantes (y menos aún, cuando estaban al alcance de sus manos). Como si el mundo prohibido, al dejar de serlo, perdiese su valor.
Los cuatro tenían la misma sensación: vivir bajo la misma presión violenta que sus compañeros. Habían adoptado formas de rebeldía para combatir el orden opresivo. Tenían una imperiosa necesidad de oponerse a "todo y a todos".